Les reconozco que no soy muy fan del «Orgullo Gay«. Igual es que ustedes ven en el Orgullo Gay una fiesta de disfraces, algo así como una carnavalada fuera de fecha.
Pero el Orgullo Gay no es eso, ¿verdad que no?
El Orgullo Gay, disfrazes y postureos aparte, es un acto reivindicativo, reivindicativo de ser gay, lesbiana, bisexual o transexual. Vamos, reivindicativo de cualquier opción que no sea la heterosexual. Y, me van a perdonar pero, así planteado, yo esto lo veo como poco discriminatorio.
Me podría apuntar, tendría que ver la letra pequeña, a una fiesta por la libertad sexual o, mejor aún, una fiesta por la igualdad; pero como no es el caso, esta no es mi fiesta.
No obstante, un aspecto especialmente significativo es que de la celebración de este año se han apropiado, o han querido apropiarse, PODEMOS, y sus mareas y ahoras varias.
En La Coruña, por ejemplo, un banderón gigante multicolor saluda a los visitantes de María Pita desde el frontispicio del ayuntamiento. Hay que celebrar el día del Orgullo Gay.
Madrid ha teñido la Cibeles de arco iris gay.
Sin duda todo esto es muy pop y muy festivo, pero poco serio.
Un hecho peculiar y profundamente incongruente si tenemos en cuenta que en un día como hoy, y en todos los que sigan, no se escuchará una sola voz desde estas formaciones política que condene a los regímenes totalitarios del mundo. Ayer 3 atentados yihadistas nos conmocionaron a todos. Hoy, todo son banderas y fiesta, pero me temo sobre los inexistentes o pisoteados derechos de los homosexuales en esos países no se pronunciará ni una palabra. ¿O sí? ¿Habrá alguna palabra de condena para todos esos regímenes y grupos violentos que lanzan homosexuales al vacío desde las terrazas de los edificios simplemente por serlo?
No recuerdo en todos estos años ni una sola crítica «feminista» ni comunista (y muy pocas socialistas, todo hay que decirlo) hacia el régimen castrista en Cuba donde la prostitución era forma habitual de subsitencia entre las mujeres de la isla, y donde por supuesto se han pisoteado todos los derechos de los homosexuales. Ni recuerdo que en estos días de «cambio», en los que los ayuntamientos podemitas, mareítas y ahoritas (a los que tanta gracia les hacen los chistes antisemitas) se han apresurado a enarbolar la bandera multicolor, haya nadie anunciado que Podemos se va a dejar de financiar con el dinero de Rusia (de todos es conocido el amor de Putin por los homosexuales) o de Irán, en donde ser homosexual puede significar la muerte.
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