Lo de «la secta» no es cosa mía, pregunten a Esperanza Aguirre; pero hay que reconocer que les pega, más si aceptamos (y no es difícil porque es un hecho) la argumentación de Aguirre, y luego para remate vemos este vídeo sobre la verdadera naturaleza de Podemos. En todo caso, que Otegi ha ido a la tele es un hecho. A La Secta, con Jordi Évole, ese «respetado» periodista que sienta a Pérez-Reverte al otro lado de la mesa de una cafetería para rajar del mundo o que encara a Rajoy una hora de entrevista para hablar de Bárcernas, Bárcenas, ¿he dicho Bárcenas? Porque si se trata de un político del PP hay que apretar las tuercas, pero si se trata de un terrorista hay que presentar su lado humano. Que la gente sepa quien es Otegi, ya saben, aspira a ser presidente de las Vascongadas, habrá que conocerlo mejor. Y oigan, no es tan mal chico. ¡Lo de Miguel Ángel Blanco fue tremendo! A él lo cogió en la playa…
¡Mira tu! No lo cogió con los millones de personas que salimos a manifestarnos para que lo pusieran en libertad. Lo cogió en la playa. Un chico excelente y eso.
Pero lo cierto, como siempre ocurre en estos casos, es que no toda la culpa es de Jordi Évole por ser un indecente que intente blanquear a un terrorista, que ya hay que ser muy indecente y tener una bajeza moral gorda para hacer eso, sí; pero no toda la culpa es suya.
Ya dije en su día, en un largo post titulado «España también puede hacer Grexit«, que España lleva largo tiempo recorriendo las tenebrosas sendas que llevan al caos y al desastre. No me detendré aquí en ello, quien quiera que siga el link.
Me preocupa más ahora hacer notar lo evidente: La otra parte de la culpa está en los que lo ven y le hacen el juego. Lo que dije de Cristina Pedroche y los humoristas con título del patio nacional se puede extender perfectamente a toda la cohorte de psuedoperiodistas de La Secta que juegan al sensacionalismo pijo de postín, Jordi Évole incluido. Ese señor que va a Grecia para que veamos la tragedia griega entre oficinas y despachos de políticos que le cuentan qué mala es Alemania.
Y sí, la otra parte de culpa es de los que lo ven, de los que lo corean, lo vitorean como romanos en el circo que acallan con sus gritos los rugidos de los leones frente a los cristianos. Y es que resulta fundamental que interioricemos algo de una vez: Somos responsables de nuestras acciones, de cada una de ellas. Asumir de una vez este principio tan básico podrá ayudarnos a llegar a la sociedad que realmente queremos. Y es tan fácil querer disculparnos y disculpar a aquellos a los que queremos encontrarles una disculpa…
Isabel San Sebastián caía en ello esta misma noche:
La hija de un asesinado por ETA SIENDO UTILIZADA… Mayorcita parece la muchacha. ¿Siendo utilizada? Siempre caemos en lo mismo. En disculpar o acusar según el color de nuestra lente. Y buscar culpables más allá del autor del hecho. Cada cual se retrata por sus hechos y a ellos debemos ceñirnos, no buscar disculpas que nos laven nuestras conciencias. Y este mismo principio convendrá que lo apliquemos comenzando por nosotros mismos. Ayuda a poner las ideas en orden y a tener una vida llena de coherencia y en la que consigamos lo que realmente deseamos.
Tiene razón Gabriela Bustelo cuando dice que el tratamiento periodístico de la entrevista de Otegi es de una manipulación siniestra.
Toda la razón. Lo que ocurre es que la de ayer no ha sido la única manipulación siniestra, ni todas han venido del periodismo.
Hoy corre por Twitter la foto de Otegi con terroristas de ETA en amor y compañía en una manifestación. Está bien, pero llega tarde. Demasiados terroristas en la calle tarde.
Ayer, hubo un tuit que resumió a la perfección el esperpento:
Lo peor del esperpento es que no sólo Jordi Évole compartió sonrisas con el terrorista Otegi, millones de personas lo hicieron también desde sus casas. ¡Cuánto asco me dan!
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