Algunos conceptos sobre democracia: Urnas, elecciones y democracia

Y sí, estamos en ese día. Cuando hay que explicar que las urnas no hacen la democracia y que la democracia no consiste en poner urnas y hacer elecciones cada 4 años.

Supongo que comenzamos difamando el esfuerzo y pasando de curso sin aprobar y nos acabó sirviendo todo y cualquiera para cualquier cosa.

La justicia. Esa continua y perpetua voluntad.

Las urnas son importantes, son fundamentales, de hecho, para que exista una democracia; pero, no son las urnas las que configuran la democracia, sino las circunstancias que concurren en torno a las urnas las que definen si las elecciones que se producen son o no democráticas.

Elecciones hay en China, y no es una democracia. Elecciones hay en Venezuela, y tampoco es una democracia. 

Democracia no es votar cada 4 años o hacer referéndum de vez en cuando. La democracia es un sistema complejo donde múltiples elementos conforman una estructura robusta que garantiza vivir con un grado de libertad como no permite ningún otro sistema político conocido.

Uno de esos elementos son las elecciones; otro, la participación ciudadana. Pero hay más. Y entre esos otros más están el imperio de la ley y la administración de justicia.

Lo de la ley en una democracia es un imperio y la propia ley, la emperatriz. La ley manda. Y la ley se aplica mediante el ejercicio de la justicia, esa constante y perpetua voluntad de dar a cada cual lo suyo. Lo suyo: lo que ha comprometido, lo que ha pactado, lo que la ley dice, lo que dicen los contratos que ha firmado; y, también, lo suyo es reconocer los derechos de los demás.

Es que los catalanes tienen derecho a decidir lo que quieren ser…

Sí, pero dentro de la ley. Y la ley nos recuerda a todos (catalanes incluidos) que los españoles también tenemos derecho a decidir qué queremos ser. Que la decisión unilateral sobre qué es Cataluña no es legal ni legítima, y no lo es porque Cataluña es una parte de España y sobre qué es España tenemos derecho a decidir TODOS los españoles.

Es que hay leyes que no se cumplen…

Si eso fuera así supondría, una de dos: O la obligación de hacerlas cumplir, trabajando para ello porque no hacerlo es delito; o la necesidad de considerar que son imposibles y por tanto no deberían ser leyes; pero, en ningún caso, esto es eximente de cumplir el resto de la legislación.

Es que es la voluntad del pueblo, que lo ha elegido en las urnas…

Es que por muy elegido que esté en las urnas no es democrático lo que es contra derecho. Ni es democrático ni legítimo un gobierno que contradice la ley, por muy elegido que fuera en unas urnas.

Es que son presos políticos…

Pues no, no lo son. Son políticos que están presos por, presuntamente, haber delinquido, y porque concurren en ellos circunstancias que aconsejan la prisión preventiva.

Son buenas noticias

Y todo esto que estoy diciendo son muy buenas noticias. Son las noticias que trae la democracia: El sistema más garantista de los derechos de los ciudadanos, de todos los ciudadanos. El único sistema político conocido que, con todos sus defectos, previene de los mayores abusos y despotismos, y evita que nadie sea pisoteado por nadie. Una gran noticia: Vivimos en una democracia. Y es para celebrarlo, y para cuidarla. Que no la regalan. Muchos la quisieran para sí.

 

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Cuando el mal triunfa: En España también podemos hacer Grexit.

Pocas reflexiones son más conocidas que la de Edmund Burke sobre lo que sucede cuando el bien no hace nada, ni pocos ejemplos tan vívidos y claros tendremos a nuestro alcance como el caso de Grecia para comprobar lo certero de la afirmación.

«Para que el mal triunfe sólo es necesario que los hombres buenos no hagan nada«.

(Edmund Burke)

Hay muchas formas de mal en la vida. El mal, aunque a veces se presente en forma de monstruo que encierra a su hija en una celda o de fanático religioso que degolla inocentes por no profesar su fe, o de psicópata que busca en la tortura y el asesinato su placer, no siempre es tan llamativo ni evidente.

La mayor parte de las veces el mal es más bien una bruma que envuelve nuestras decisiones diarias y las impregna de relativismo. Una pendiente descendente suave y florida que nos arrastra hacia el fondo de la caverna más oscura y tenebrosa sin que nos demos cuenta de lo lejos que estamos dejando la luz.

La historia de la debacle económica griega se escribe, sobre ese plano inclinado del mundo que arrastra a los débiles hacia la oscuridad, con palabras exculpatorias de las responsabilidades propias y ajenas y los silencios de los que sentían cómo la oscuridad avanzaba sobre sus cabezas y les daba igual o no hicieron acopio de fuerzas para luchar.

Así, poco a poco, se desliza el ser humano por el camino del mal. Y fue así, poco a poco, primero una irregularidad y luego otra, primero un mirar para otro lado y luego un justificar un despropósito, como acabaron los griegos donde están: En la ruina.

No es posible disculpar a los griegos. Aún hay quien lo hace. Lo vemos cada día, incluso en Twitter o en artículos de opinión donde se nos recuerda que a Syriza sólo la votaron la tercera parte de los griegos. ¿Y qué? Gobiernos helenos, escogidos por unos y otros, los ha habido de todos los colores, y todos han recorrido el mismo camino del mal. Primero un desliz y luego otro. Primero una excusa y luego otra. Primero una justificación y detrás otra más. Y al final, hubo una vez un país donde para 4 macetas hacían falta 50 jardineros, o para conducir un coche oficial 50 chóferes. Un país donde el gobierno no sabía el número de empleados públicos que tenía y donde se pagaba a mayores a los empleados por llegar a tiempo a trabajar. Un país donde, al final, se acabó sosteniendo a voz en grito que las deudas sólo hay que pagarlas si apetece y no son «odiosas» (sic).

En España PODEMOS acabar como ellos.

En Francia o en Alemania, incluso en el Reino Unido donde un día la ALTERNATIVA, el otro mundo es posible, la kaleborroka, los antisistema, los de las deudas injustas y odiosas prendieron fuego a la capital del Reino. En todas partes se puede acabar siendo Grecia, o Venezuela o Cuba. Es sólo cuestión de empezar a transitar el camino y no abandonarlo.

Todos podemos recorrer esos caminos suaves hacia la caverna. España ya está en ello. Un día dejó de valorar el esfuerzo y se decidió que los chavales debían poder pasar de curso sin aprobar las asignaturas y que los empresarios debían hacer sus negocios con el dinero de todos en vez de con el suyo. Otro día se dejó de valorar la responsabilidad y se ampararon las corruptelas y prevaricaciones con el fervor propio de los partidos de fútbol. Otro día se relativizaron todos cuantos valores sustentan una democracia y se justificaron todo tipo de atropellos e imposiciones, como la liquidación de la división de poderes, las imposiciones lingüísticas, la equiparación de víctimas y verdugos, los ataques contra la libertad de expresión o de culto, o lo que hiciera falta, y hoy ya hay una parte significativa de españoles que rueda cuesta abajo hacia la caverna más oscura, gritando como griegos que las deudas no hay por qué pagarlas si a uno no le va bien. Jaleando el odio y la violencia, asilvestrados, furibundos, como bestias. Tan atrás han dejado ya la luz…

Estos días, José María Aznar ha salido una vez más a decir que hay que dar la cara, hacer política. Recuperar valores perdidos o, peor aún, abandonados. Y tiene razón, como la ha tenido cada vez que se ha pronunciado en este sentido. Y está muy bien que salga a decirlo. Ojalá alguien le haga caso, aunque lo dudo.

El mal triunfa sólo con que los hombres buenos no hagan nada, decía Edmund Burke; y en el caso de Grecia como en el de España, ¿qué han hecho los hombres buenos? No puedo dejar de pensar que no hicieron nada, o hicieron muy poco. Hasta el punto que al final no puedo evitar preguntarme si son buenos o son otra forma de malos, que contemplan cómo el mundo se derrumba sin mover un dedo para evitarlo.

¿Qué vais a hacer para ganarla?

Es cierto que ayer, 13 de junio de 2015, se constituyeron los ayuntamientos más vergonzantes de nuestra historia democrática. Comunistas y antisistema copan los consistorios de muchas de nuestras poblaciones: No sólo Madrid o Barcelona, sino también La Coruña, Ferrol o Cádiz. Por sólo mencionar algunos casos.

Pero no es cierto que todo eso ocurriese ayer. Ocurrió hace muchos años. No comenzó en 2014 o 2013 ni en 2011, ni siquiera un 11 de marzo de 2004. Comenzó antes, mucho antes. Si queréis un día tachado en el calendario, no lo hay. No hay un año exacto ni una medida concreta que inicie todo. Es una sucesión encadenada de hechos ignominiosos que transitan el camino hacia el desorden y la marabunta y que aleja a sus transeúntes de los espacios del esfuerzo y la responsabilidad: Un día se socava la autoridad del maestro, otro día se le dice a la gente que todos son genios en potencia, pero es el mundo quien no los entiende, al siguiente se menoscaba la autoridad de la policía y se los criminaliza y se vitorea a los responsables de perpetrar terrorismo de estado, otro día se le dice a la gente que no tiene que asumir sus responsabilidades, otro que está bien matar a seres humanos indefensos cuando aún están en el vientro de sus madres (que qué más da, ¡tu cuerpo es tuyo y el suyo también!) y al final se acaba llamando «asesino» al gobierno que vela por seguridad nacional, y dando todo tipo de coartadas a los terroristas que asesinan. Y así.

En todo caso, hemos llegado a donde estamos, para mal sin duda. Y es normal que la gente de bien que lo único que quiere es poder ganarse el pan con su trabajo esté preocupada por el devenir de los acontecimientos. Son normales las declaraciones desoladas y compungidas de quienes se ven abocados a sufrir los desgobiernos de aquellos que quieren hacer saltar por los aires el sistema. Pero, como lamentarse no sirve de nada, yo os hago una pregunta directa: ¿Qué vais a hacer para cambiar la que se avecina?

La democracia, la libertad, los derechos individuales y la prosperidad han perdido una importante batalla este junio, pero no fue en junio, fue en mayo, de hecho mucho antes. En septiembre o en noviembre o cuando sea que se celebren las elecciones generales se proclamará al vencedor. Y si las hordas antisistema avanzan, el invierno vendrá mucho más crudo de lo que ya de por sí se presentaba. La cuestión es que no será en noviembre, la batalla ya se está librando. Así pues, ¿qué vais a hacer para ganarla?

Primarias, listas abiertas y otros mitos eróticos de la democracia

Lo habéis oído porque no se ha dicho poco ni nada que hay que obligar a que los partidos tengan procesos de primarias y listas abiertas porque así vamos a ser todos más rubios, tendremos los ojos más azules y seremos más altos y más guapos, y los angelitos del cielo harán pipí perfumado desde las nubes. Lo habéis escuchado alguna que otra vez, ¿no? Pues eso.

Pero vayamos por partes: Primero la piel, luego las tripas.

Primarias y listas abiertas son las dos caras de la misma moneda: La participación ciudadana en la vida política. Sin primarias, los afiliados sólo cuentan en un partido cuando desde el Gran Índice hasta el minimeñique van señalando a los afiliados afines al todopoderoso líder. Sin listas abiertas, los votantes sólo pueden escoger una lista. Es como el paquete todo en uno de la operadora de teléfono. O lo coges o te vas a la competencia. No hay más.

Todo ello es muy frustrante para el afiliado y el elector en general. Tanto el uno como el otro se sienten ninguneados. Y con razón.

El sistema actual tiene todas las ventajas e inconvenientes de los sistemas feudales.; y como, en cualquier caso, no vivimos en la Edad Media, no procede. En todo caso, por resumir la situación: Si los señores son buenos y justos, el ciudadano puede vivir más o menos tranquilo; pero si no lo son, el ciudadano vive bajo el expolio del señor sin derecho siquiera a réplica. Y si alguien me va a decir que, según esta analogía, los señores que nos han tocado padecer son unas joyas, pues sí, no le demos vueltas: Nos ha tocado lo mejor de cada casa…

El problema es que ni una ni otra medida garantizan una mejora de la calidad democrática de nuestro país. Al menos no, si entendemos que democracia es mucho más que meramente poder votar. Democracia es, o al menos yo así lo entiendo, un sistema que tiende a la erradicación de los abusos y las tiranías. Un sistema diseñado para que unas y otras partes ejerzan control entre sí y ninguna pueda pisotear a la de al lado. Y sí, si me vais a decir que, según esto, lo que tenemos en España se parece a una democracia lo que un huevo a una castaña, pues una vez más os diré que estoy de acuerdo. (Os recomiendo «Mayorías, pactos y tiranos«, de Javier Benegas).

El caso es que tenemos en España la mala costumbre de confundir los recursos con la solución; y lo cierto es que primarias y listas abiertas son recursos válidos y de gran capacidad de cambio para optimizar nuestro modelo democrático. Mejor aún, las sinergias de éstos con los demás elementos de la democracia, como la separación de poderes, la libertad de expresión o la insalvable y fundamental igualdad ante la Ley, no devienen meramente en mejores aprovechamientos sino que, bien utilizados, son recursos que permiten obtener más democracia y de mejor calidad.

Pero son recursos, no soluciones. La calculadora permite al ingeniero hallar la solución, pero no es la solución del problema. La solución la tiene que aportar el ingeniero con sus conocimientos y experiencia, y la firmeza de su compromiso en la resolución del mismo.

Democracia no es que haya listas abiertas o primarias. Democracia no es meramente poder votar cada cuatro años. Puede haber elecciones sin democracia, como es el caso de Venezuela o China.

Para que exista democracia la gente se tiene que concienciar y comprometer en la defensa de unos valores que son los que dan forma a la democracia, y la hace ser garante de libertad y progreso en el mundo civilizado. Valores como el elemental respeto a la esencia misma del modelo democrático que es que el poder le pertenece al pueblo. Y me atrevería a decir que, junto con el terrorismo de estado y la equiparación de víctimas y verdugos, no hay mayor deprecio a la democracia que la corrupción, que en definitiva significa aprovecharse de la confianza dada para representar los intereses de los ciudadanos en beneficio propio, despreciando así la voluntad popular. La corrupción no es sólo una forma de robo con corbata, es la violación de la voluntad popular.

Tanto los procesos de primarias como las listas abiertas son herramientas fundamentales para mejorar nuestra democracia; pero sin estos valores, primarias y listas abiertas no serán más que el paripé de una sociedad que quiere poder mirar para otro lado con la cabeza alta y la conciencia tranquila. Sin convicciones democráticas, las primarias suponen un reparto de cromos entre las cúpulas de los partidos; y las listas abiertas, el asalto a las listas de los más corruptos.

Día de las Fuerzas Armadas 2015

A todos ellos, que se juegan sus vidas por nosotros: Gracias.

Albert Rivera, el mejor valorado

¿Según qué criterios?

No, en serio. Cuando uno ve en la lista como número 10  a Angel Gabilondo, del que no se acuerdan ni en su partido se pregunta: ¿Qué criterios de valoración han seguido para realizarla?

María San Gil lo dice todo muy clarito y el PSOE equipara al PP con Bildu

Y yo suscribo todo cuanto ha dicho esta mujer. Y tengo la impresión de que ni ella ni yo somos los únicos que lo creemos.

Algún día Blogs Pro Rajoy cerró precisamente por lo evidente. Yo ya no estaba por aquel entonces en el proyecto, pero hubiera suscrito la acción sin pestañear siquiera.

Por cierto, el PSOE acaba de decirles a sus candidatos que nada de pactar ni con el PP ni con Bildu. Ya ven ustedes, vueltas que da la vida. El PSOE más escrupuloso en sus pactos que el PP, que hace no muchos días nos descubría a una candidata muy dispuesta a pactar, precisamente, con Bildu.

En España se puede usar la palabra «España»

Sé que en estos tiempos este título suena subversivo; pero sí, se puede. Respirad tranquilos, no es ningún delito. En España podemos usar la palabra «España», al menos en las tarjetas sanitarias. Y como lo ha dicho nada menos que el Supremo, pues podemos usarla tranquilamente.

Si aún no sabéis de qué os hablo, os lo cuento a renglón seguido: El Tribunal Supremo ha rechazado el recurso que había puesto el Gobierno Vasco contra la tarjeta sanitaria individual. Recurso en el que, entre otras cosas, se pedía la impugnación del rótulo del anverso de la tarjeta: «Sistema Nacional de Salud de España» y es que, según parece, a los vasquísimos vascos del Gobierno Vasco les ofendía que pusiera «España» en la tarjeta. Ya ven ustedes, igual creían que vivían en Francia…. Pero no, ha dicho el Tribunal que nones. Que de impugnación nada de nada y que lo de «España» se queda. Al menos por ellos se queda. Luego… ya si eso vendrán los pablemitas y pondrán «Venezuela»…. Pero en eso, el Tribunal Supremo no se mete.

Para terminar me quedo con dos ideas de este asunto:

a) Bien por el Supremo y el reconocimiento de que la palabra «España» pueda figurar en una tarjeta de la administración pública española.

b) ¿De verdad tenemos un sistema tan frágil, por no decir abiertamente CUTRE, que es necesario que todo un tribunal como es el Tribunal Supremo, máximo órgano jurisdiccional de nuestro país, tenga que dedicar su tiempo a decidir si la palabra «España» puede aparecer en un documento oficial?

La cantinela de las exportaciones

¡Cuidado con la cantinela de las exportaciones! Mucho cuidado porque es una trampa vergonzosa en la que quieren meternos algunos medios e «intelectuales». Algunos por ignorancia y otros quizás por intereses espurios que nada tiene que ver con contar la verdad.

De repente, de un tiempo a esta parte, están apareciendo muchos gurús de esos del «yo ya lo dije». Maravillosos gurús que ya predecían esto y lo otro y lo demás allá, que además de no acaparar titulares en el pasado,  es que en realidad ni abrían la boca. ¡Qué fácil es dárselas de experto a toro pasado!

En cambio, el menda que no se las da de nada, y lleva muchos años pululando por aquí, ha dicho por activa y por pasiva lo mismo. Siempre lo mismo.

Presumir de exportar está muy bien. De hecho es muy sano para la economía de un país, pero venir con el cuento de las exportaciones a presumir de la buena marcha de la economía, del cambio de modelo y de no sé cuántas gaitas varias a cada cual más falsaria cuando hay 5 millones de parados y somos los siguientes en sospechas de irnos a la quiebra al estilo griego, es no tener vergüenza.

Lo que pasa es que algunos, sin escrúpulos de ningún tipo (y por distintos intereses, unos electorales y otros abonar el terreno para posibles reconciliaciones ideológicas en un futuro, que los hay que opinan según sopla el viento), ya está preparando de nuevo el mismo discurso que le hicieron al 95, que ya la economía está mejorando, que cuando llegue el PP no tendrá mérito alguno porque todo es cíclico y no importa quien gobierne y todas esas mentecatadas propias de gente sin criterio.

Importa quien gobierna, claro que importa. Importa tanto que algunos generan los llamados «milagros» económicos y otros arruinan los países. Importa tanto que unos cogen países arruinados y los reflotan y otros cogen países fuertes y no son capaces de aprovechar la herencia dejada ni cuando las vacas vienen gordas para hacer los cambios necesarios para cuando vengan flacas (y no será que no se les advirtió).

Me parece estupendo que las exportaciones aumenten y más que espero que lleguena a aumentar porque la balanza de pagos por cuenta corriente sigue con un déficit BRUTAL. De hecho, la segunda mayor del mundo. Ahora bien, venir a presumir de que la pésima situación del país haya obligado a las empresas a buscarse la vida fuera, es como el que quiere presumir de que la gente emigre diciendo que así nos internacionalizamos más y aprendemos idiomas. ¡Hay que j… !

Un poco de vergüenza por favor. Un poquito nada más.

Y para los que os cuenten todas estas monsergas de la recuperación que ya está ahí, que ya el país iba de coña y rechupi antes del PP, por favor, NO OS DEJEIS EMBAUCAR. Los ciclos económicos existen, pero lo que diferencia a unos y a otros es cómo los gestionan. Este gobierno no ha sabido gobernar y ha llevado a España al borde de la bancarrota, de hecho el año pasado ya estuvimos en quiebra técnica durante unas horas. El hecho de que a mal tiempo, buena cara, y las empresas se hayan ido a buscar las habichuelas fuera de España, no es un mérito del PSOE. No ha sido algo hecho deliberadamente. Podrá acabar siendo bueno en un futuro. Ya veremos qué pasa porque con el repuntito éste tampoco vamos a ninguna parte, pero si llega a ser bueno, si se llega a consolidar una tendencia a la exportación y al incremento de la productividad, será estupendo pero no mérito del PSOE.

No os dejéis engañar, por favor. Que no os la cuelen por segunda vez, porque al final estos goles por la escuadra los pagamos todos.

DEN2011: Un Zapatero agotado, un Rajoy soberbio

Ha sido por la tarde cuando Rajoy ha constatado que el presidente Zapatero no pasa de ser un alfeñique de trapo. La primera intervención de Rajoy, aunque firme, comedida, hizo la boca agua del inepto de La Moncloa, quien salió en un turno de respuesta con ganas de bronca y sin más argumentos que las estadísticas maquillanas a las que se agarra cualquier mal político. Hay que decirlo: El PSOE se rendía a los pies de Zapatero, o Zapatero del PSOE y unos y otros entraron en un coro de arengas populistas y aplausos como queriendo respresentar la función de un liderazgo para sus acólitos.

Al contrario que Zapatero ,quien durante la intervención de Rajoy, mostró todo un registro de muecas cargadas de cinismo y frivolidad, Rajoy, imperturbable esperó su turno y cuando habló, machacó.

Lo que quedó tras la intervención de Rajoy fue un Zapatero noqueado, moribundo (como toda su legislatura) que tan sólo salió a responder agarrándose sin fuerza, tambaleante a las mismas cuatro frases (que broncas aparte) era todo lo que podía decir: Nada. Zapatero quedó retratado ante la sala como un sujeto de paja, un muñeco de pilas gastadas que sólo conseguía repetir una y otra vez que Rajoy no le había hecho propuestas, cuando resultaba evidente incluso para los suyos que tal afirmación era insostenible. Cuando además, resultaba patente, que al que había que exigirle propuestas y soluciones es Zapatero, que es el que tiene la responsabilidad de gobierno. Así lo quisieron muchos españoles por DOS VECES.

Lo dijo muy claro D. Mariano: No tiene credibilidad, sr. Zapatero. Convoque elecciones. No lo hará. No quiere hacerlo. Quiere agarrarse al sillón como a un clavo ardiendo. Condenando a España a la ruina.